Por Jocelyn Tapia
HUAUCHINANGO, PUE. - En la comunidad de Nopala existe un centro ceremonial en donde, enredado entre la maleza, se crece un montículo de piedras, es la pirámide del rey Nopaltzin, en este lugar desde 1986 se inició la tradición de celebrar la entrada del nuevo año azteca.
En la imagen se muestra la punta de la pirámide. |
El nombre de la celebración de este nuevo año fue, Matlaktli
Uan Se Akatl Xiuitl, “Año Once Carrizo". Cada treinta y dos años se cierra
un ciclo, en este año estamos en el año once y se agrega
el onceavo carrizo.
Esta ofrenda se encuentra a las afueras de una muy pequeña
hondura que se forman con las rocas de la pirámide. Se ofrendan flores, atole,
pan, refino, cerveza, tamales.
La señora Lilia Prado, fue quien en este nuevo año se
encargó de ofrendar en la punta de la pirámide. En la imagen ella está
sahumando y limpiando para pedir permiso a la madre tierra y así
acepte las ofrendas.
La ofrenda se hizo en lo más del montículo, a los pies de un
árbol de encino, donde sin duda se sentía un ambiente cálido y de paz en el
aire, mezclado con el olor a copal flotando entre nosotros.
En la imagen una roca que representa a un guardián, se
encontraba cerca de la ofrenda; se dice que su orificio representa la entrada
hacia el inframundo.
Cada carrizo atado es un año y representa “la vida del
hombre”, los carrizos sujetados con un listón fueron recibidos por Raymundo
Cruz López, se los entregó Mario López Ponce quien los resguardó el año pasado.
Imagen del guardián de los carrizos de este nuevo año. |